La calidad no cuesta, pero sí se paga
La productividad, la rentabilidad, la permanencia de una organización en el mercado y su
propio desarrollo están y estarán siempre en función de la calidad. Si en la empresa se
elaboran productos de baja calidad, es porque sus procesos operativos no funcionan con la
debida eficacia (capacidad y habilidades para lograr objetivos).
La falta de eficacia conduce en forma implacable a bajos niveles de eficiencia. Esta se
centra en los procesos y si se logra en forma de resultados, con una inversión de tiempo,
dinero , esfuerzos y recursos, de cualquier tipo, que resulten ineficientes y que hagan menos
con más, entonces existe un esfuerzo que se proyecta en los costos.
La calidad que cuesta no se hubiera producido si se hubiera alcanzado un nivel de cero
defectos, cero errores o cero desprecios al cliente, desde la primera vez. La “mala calidad”,
la “baja calidad”, los “bajos niveles de calidad”, o como se quiera calificar, genera lo que se
pueden calificar como los costos de la NO CALIDAD. Es decir lo que la mala o ineficiente
calidad en producto y servicios cuesta.
Existe además un problema fundamental en las organizaciones:
La mayoría de las empresas no miden ni cuantifican sus costos de la no-calidad.
Si no los miden ni cuantifican, ¿Cómo los pueden controlar?
Es importante conocer los tipos de costos de la no-calidad y estar consciente de ellos así
poder medirlos y cuantificarlos
1.
Costos de prevención: gastos en los que incurre la organización con el fin de evitar
que se produzcan fallas o defectos en los procesos de producción, operación o
administración, por ejemplo, recopilación de información, revisión de diseños,
controles de calidad, círculos de calidad, etc.
2.
Costos de evaluación: gastos resultantes de la evaluación de los productos ya
terminados con el fin de verificar la conformidad de los mismos con los criterios y
especificaciones correspondientes, por ejemplo, inspecciones, procesamiento de los
datos, operación del sistema de calidad y sus controles.
3.
Costos de pre entrega: gastos en los que incurre la empresa antes de la entrega del
producto, por ejemplo, desperdicios, materiales no conformes, reprocesos,
reinspecciones, retrabajo, etc.
4.
Costos de post entrega: gastos en que incurre la empresa después de la entrega del
producto o expedición del producto, por ejemplo, costos de procesar los reclamos,
devoluciones de clientes, garantías, mantenimiento de inventarios, etc.
5.
Costos totales de la no-calidad (de la mala calidad). Representan la suma de los
gastos anteriores. Equivalen a la diferencia entre el costo total de un producto y el
costo menor que tendría si la empresa no hubiese tenido que incurrir en los gastos
anteriores.
Si una empresa reduce los costos de la mala calidad, incrementará su beneficio total sin
necesidad de aumentar sus rentan (o duplicarlas)
Los costos de la mala calidad triplican lo que se obtiene en rentabilidad. Si una empresa
reduce a la mitad sus costos de la no-calidad, de la mala calidad, puede duplicar sus
beneficios, su margen de contribución, en concreto, puede duplicar su rentabilidad.